sábado, 22 de octubre de 2016
lunes, 3 de octubre de 2016
Mantén los ojos bien abiertos.
¿Cómo lo definiría? Distinto. Y digo distinto porque no ha sido un día cualquiera. Me voy a intentar explicar.
Al principio me parecía una chorrada esto de llevar la cámara colgada en el cuello durante un dia entero. Pero de pronto dije: quizá sea la oportunidad de empezar a buscar esa sensebilidad que me falta. Me levanté por la mañana y desde el primer momento del día quise hacer una fotografía a las vistas que veía desde mi ventana. Todo encaminaba a ser un día distinto. El reto me atraía.
En cualquier momento hubiera tomado una fotografía. Todo el día pensando en lo mismo, y esque el peso de la canon sobre mi cuello no dejaba olvidarme de capturar imágenes. El camino a la universidad, esquinas que nunca habían asomado la cabeza, gente, mucha gente. Aprendí que mi vida está llena de momentos que pueden ser inolvidables pero que dejamos que pasen desapercibidos. Aprendí que miramos muy poco a nuestro alrededor y nos fijamos más en nuestro propio ombligo. Aprendí que el valor de las cosas está en vivir el día intensamente agradeciendo que podemos caminar y disfrutar de lo que tenemos, que somos unos privilegiados.
Somos gente normal, lo admito, pero qué poco valoramos lo que tenemos a nuestro lado. Vivimos sin contemplar, sin pararnos a pensar ni disfrutar del lo más próximo. Las prisas, el estrés, el pensar en nosotros mismos... no nos deja disfrutar de la propia vida.
Un día de fotografía es un día de valorar tu vida, todo lo que tienes, y pensar que nada es tuyo, todo se te ha dado. Captar los grandes momentos. Mantener los ojos bien abiertos. Un día distinto, por fin.
Al principio me parecía una chorrada esto de llevar la cámara colgada en el cuello durante un dia entero. Pero de pronto dije: quizá sea la oportunidad de empezar a buscar esa sensebilidad que me falta. Me levanté por la mañana y desde el primer momento del día quise hacer una fotografía a las vistas que veía desde mi ventana. Todo encaminaba a ser un día distinto. El reto me atraía.
En cualquier momento hubiera tomado una fotografía. Todo el día pensando en lo mismo, y esque el peso de la canon sobre mi cuello no dejaba olvidarme de capturar imágenes. El camino a la universidad, esquinas que nunca habían asomado la cabeza, gente, mucha gente. Aprendí que mi vida está llena de momentos que pueden ser inolvidables pero que dejamos que pasen desapercibidos. Aprendí que miramos muy poco a nuestro alrededor y nos fijamos más en nuestro propio ombligo. Aprendí que el valor de las cosas está en vivir el día intensamente agradeciendo que podemos caminar y disfrutar de lo que tenemos, que somos unos privilegiados.
Somos gente normal, lo admito, pero qué poco valoramos lo que tenemos a nuestro lado. Vivimos sin contemplar, sin pararnos a pensar ni disfrutar del lo más próximo. Las prisas, el estrés, el pensar en nosotros mismos... no nos deja disfrutar de la propia vida.
Un día de fotografía es un día de valorar tu vida, todo lo que tienes, y pensar que nada es tuyo, todo se te ha dado. Captar los grandes momentos. Mantener los ojos bien abiertos. Un día distinto, por fin.
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